El Color del Desarrollo
Por, Niel Palomino Gonzales
A mí es a quien debes creer, Nicasio. No seré estudiado ni profesional; pero con la voz de la misma experiencia te hablo. Además, machula[1] ya soy. Y los machulas nunca mentimos.
Como te consta, aquí en la sierra gusanos siempre han habido. De todos los tamaños, formas y colores, algunos dañinos y otros benignos, gusanos siempre han habido. Los conozco y a todos los puedo nombrar. Y de desgracias y maldades todas también las conozco. Sequiyas, granizadas, heladas, huaycos, todos me los he vivido. Pero, Nicasio, aun así con esas desgracias, todo estaba bien en este pueblo, hasta que apareció el más maldito y dañoso de los gusanos.
Tú que tienes ojos todaviya, viendo debes estar a esos blancos gusanitos que se meten a los adentros de las papas. Mismo panal de abejas, hueco no más ya las dejan, ¿no cierto? Así nomás apareció un solo gusano, mejor dicho, una sola gusana, porque luego se supo que era hembra. Esta maldita plaga, sin ni respetar siquiera, a los adentros de nuestra Pachamama se metió y recorrió todo su cuerpo, dejándola peyor que papa agusanada.
Esta gusano en sí no tiene vida; son gente de la peyor laya quienes lo meten y hacen avanzar por los adentros de la Pachamama. ¿Qué cómo lo hace? Pues, te lo diré, Nicasio. Esas gentes, ahuecan a la misma roca, ahí entierran varios palitos amarrados como de este tamaño no más. Después de un ratito, esos palitos, ranq’ak, ranq’ak, diciendo revientan haciendo cayer todo, más peyor que los truenos en noviembre. Después de la reventadera, la gusano empieza a entrar más adentro de la tierra, dejando a su atrás un hueco largo negro y feyo. Sí, negro feyo es el color de esta gusano. Y lo peyor, la gusano ni sueño tiene, ni se cansa. El granizo, la helada, el trueno, ni cosquillas le hacen. Eso sí, la gusano tiene hambre, harta hambre tiene y a su paso no come papas, ni oca, ni maíz, porque capaz esas cosas diyarriya le provocan. Nicasio, esa gusano come cerros enteros, come pueblos con gente y todo, come lagunas, come ríos, a la vida misma come. Sí, así mismito es; yo vi todo eso aún cuando joven era.
Aquella vez, apareció en el pueblo muy temprano. Sin ni decirnos siquiera “Permisito taytakuna, pasarukusayki mamakuna”[2]. Eso no nos dijo. Solo empezó a entrar a nuestros pastizales y chaqras. Cuando ya nos había cercado la gusano, ¡Qué cosa carajo!, diciendo, corre corriendo fuimos a conversar con los hombres que la haciyan andar. Ahí fue que ellos nos dijeron que esa gusano teniya dueño. Que el tayta gobierno de Lima, la habiya vendiu. Nosotros creyíbamos que esa gusano, la maldición de algún dios era. Pero no, no, Nicasio. Maldad del hombre era. ¿Quién carajo dueño es?, dijimos. Que venga para decirnos por qué motivos a nuestra Pachamama así awiycan, insistimos. Pero, no nos respondieron. Y, ¡lo más chistoso! Los mismos empliyados de la mina a su patrón no conociyan. Las cosas mucho han cambiado, Nicasio. Antes, al hacendado que nos quitaba tierras, le conociyamos, sabíyamos donde viviya para reclamarle si quiera. Ahora no sabemos quién dueño de gusano es, ni dónde su casa es, sabemos.
Aunque tanto reclamamos, ese dueño de gusano nunca en la comunidad se apareció. Más bien no más, sus representantes aparecieron con nuestras autoridades. Así alegrositas, con esa sonrisa que deben tener las putas más veteranas, se nos acercaron. Arrozcitos, azucarcitos, pancitos y ropitas nos alcanzaron. Tomen, cojan no más, del dueño de la gusano es, diciendo. Ya ven taytakunas, ya ven, la gusano buena es, progreso para ustedes es. La gusano desarrollo es. Así nomás nos calmaron nuestras autoridades también. Si ustedes calmaditos no más están, mucha plata tendrán, nos dijeron. Hasta moderno hospital, hasta grande colegio para nuestros hijos nos ofrecieron. Será cierto que esa gusano es progreso y desarrollo diciendo, calmaditos nos quedamos.
Es que para salir de la necesidad ni un gobierno nos ayudó, nadies nos ha apuyau. Ellos siempre a los ricos han apuyau. ¡Ah, pero el tayta Velasco era otra cosa! Como liso maqt’asu, nos devolviu toditas las tierras que hacendados nos habiyan quitau. Gracias a él, los campesinos ahora chaqritas siquiera tenemos. Antes todo era del hacendau. Pero, luego no más de su muerte, otro malnaciu, al gobierno ha entrau. Y después del tayta Velasco, otra vez olvido y pobreza volvimos. Desde esa ciyudad Lima, sin ni preguntarnos siquiera el gobierno por nosotros decide. Es del estado diciendo, nuestras chaqras y pastizales, nuestros cerros y quebadas, a tan baratito vende. De eso ya cuenta nos hemos dado. El gobierno, sin nosotros y contra nosotros, leyis y más leyis hace. Y si alguito con razón reclamamos, con policiyas y balas nos responde. A pacíficos campesinos terroristas nos llaman. A nuestros hermanos cada vez a balazos mata. A nuestros dirigentes en cárcel lo encierran. ¡Eso abuso es, carajo! ¡Desarrollo no es!, dicen.
No se opongan nos dicen. Con qué el estado plata va tener para hacer obras, con qué progreso va trayir el gobierno si no vendemos vuestros pastizales. Así nos culpan. Por eso no más, esa vez, creyindo que de verdad gusano progreso era, como deciyan, la aceqtamos. Incluso cuando un diya nos dijo que deberiyamos abandonar el pueblo, porque la gusano antojándose estaba de entrar adebajo de nuestras casas y chacras, le dejamos entrar nomás. Viendo que los que hacían andar a la gusano harto dinero ganaban, viendo que ellos tenían radio, televisor y carros, esto será desarrollo diciendo, muchos de la comunidad se volvieron como dueño de gusano y ellos mismos empezaron a dañar a nuestra Pachamama. Ahora son como ellos, ya no como nosotros comuneros. Su corazón de ellos ha cambiyau, pues.
¿Y qué cosa nos diferencia de los dueños de la gusano? No somos lo mismo que ellos, pues. Ellos no aman la tierra como nosotros. Para dueños de gusano, la tierra para ser millonario es. En cambio, para nosotros, nuestra Mama Pacha es. Hijos de ella somos. Entiende esto, wawallay: para nosotros nada, ni cerros, ni ríos, ni pasto, ni siquiera el sisi[3] separado de nosotros está. Hasta la k’uyka[4] para atrapar truchas nos sirve, hasta las kachikachis[5] noticias buenos nos trayin. Si los zorros cantan cuando se están cruzando, buena cosecha nos mensajiya; hasta la qasa[6] para hacer chuño nos sirve. ¿Ves, ves, Nicasio? Todos en esta vida nos ayudamos. Por eso, todos vivir debemos en ayllu entre los runas y con nuestra Pachamama. Eso no piensan ni sienten los dueños de la gusano, por eso ellos gente de otra laya son.
Eso entendí ya cuando la gusano se fue. Se fue llevándose toda nuestra riqueza. Y nosotros, sin chaqras, sin pastizales, ni cerros nos habíamos quedau. Hasta nuestros ríos, nuestros puquios, todo envenenau, todo negro lo habiyan dejau. Ni leña para cocinarnos habiya. Hasta eso, gusano se habiya tragau.
Un diya, fuymos hasta el hueco que gusano habiya hecho. Hartas tablas usadas en allí encontramos. Con esto alguito cocinaremos diciendo a casa cargamos. Leña le hicimos y fuego prendimos en nuestras q’unchitas[7]. Como ardiya biencito no más, un año con esas tablas cocinando seguimos. Pero lueguito no más, a nuestros ojos se vino la oscuridad. Primero como que veíamos malcito, luego más malcito. Después, solo tinieblas, miramos. Asustados con ceguera, trope tropezándonos, a la posta fuimos. Pero, allí ya nadie habiya. Con la gusano, los sanitarios y el doctor se habiyan yido también. Y toditos los campesinos, por cocinar con tablas bañadas con mercurio, total ciegos quedamos. Desde entonces, comuneros comprendimos que el desarrollo de los mistis, del color de la muerte es.
[1] Machula. Anciano venerable.
[2] Permiso padres venerables, les voy a pasar madres.
[3] Sisi. Hormiga.
[4] K’uyka. Lombriz.
[5] Kachicachis. Libélulas.
[6] Qasa. Helada.
[7] K’unchas. Fogón.

Licenciado en educación por la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco, magíster en educación por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y magíster en Lingüística Andina por la Universidad Nacional del Altiplano–Puno.
Docente de la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco y de la Universidad Andina del Cusco. Asimismo, es docente del postgrado de la Universidad Nacional Micaela Bastidas de Apurímac.
El año 2007, su cuento Cantar del Wakachuta fue distinguido con una mención honrosa en el Premio Regional de Cultura convocado por el ex INC-Cusco. Poemas, artículos y cuentos suyos se publican en diarios y revistas de circulación regional, nacional e internacional.
También es autor de los siguientes libros: Cantar del Wakachuta (2010), Didáctica de la competencia lectora y de inducción al hábito lector (2013), Redacción & elocución académicas (2014) y Técnica LECRETEXOR para dinamizar la ortografía del español (2015). En Cusco, dirige la revista científica de letras y humanidades Textualia.
El cuento pertenece al libro “Todavía Somos”